Este relato creo que lo escuché por primera vez en la televisión catalana (TV3) y me quedó grabado. Luego supe que fue recopilado por los hermanos Grimm en 1812 bajo el título “El sastrecillo valiente”, en sus Cuentos de la infancia y del hogar. En ese momento, yo probablemente ni sabía que iba a terminar siendo escritor de relatos.
Me parece que “El sastrecillo valiente” ni siquiera es un buen título. Debería haberse llamado, a mi parecer, “El sastrecillo astuto” o, mejor, y más minimalista y sugerente, “Siete de un golpe”. Más adelante os contaré por qué os hablo de un cuento para niños del siglo XIX; pero antes me gustaría haceros un breve resumen. O, como decimos en catalán, fer cinc cèntims (hacer cinco céntimos).
Un sastre estaba tratando de trabajar pero, molestado por las numerosas moscas que lo rondaban, esperó a que estas se alinearan sobre su mesa de trabajo (de esas cosas que ocurren una vez en la vida) y, con su cinturón, de un azote, las mató a las siete. Después de este pequeño trabajo, orgulloso, decidió grabar en su cinturón la leyenda “Siete de un golpe”.
A partir de ahí, tanto gigantes como reyes empezaron a admirarlo por tamaña hazaña: ¿Mató siete hombres de un golpe? ¿Siete gigantes? Nadie lo sabía. Pero la mente humana es creativa y tiene hambre de grandes historias; así que reyes y súbditos se convencieron de la valentía del humilde sastre y de su talante guerrero, y este completó varias faenas que le fueron encomendadas gracias a su fama. Y el sastre terminó sus días viviendo como un rey: admirado y temido a partes iguales.
Leer y escribir es lo que he hecho toda mi vida. Y siempre he sabido que era lo mío. He tenido fe en mí y he seguido mi camino, casi siempre con humildad de cara a los demás, y en silencio. Ni siquiera quería estar en redes sociales. He hablado siempre en voz baja y he preferido que, en mi vida, fueran mis actos los que hablaran por mí.
Y ese es un acercamiento ingenuo y equivocado, si lo que queréis es abriros camino en el mundo literario. Si creéis en vosotros mismos, no hagáis lo que yo hice durante tantos años. Ese es mi consejo. Haced que os vean. Si creéis que tenéis alguna posibilidad de que algún día vuestros libros se encuentren entre los clásicos de la literatura, hablad como si ya estuvierais ahí, con los grandes nombres. Porque si vosotros no confiáis en vuestro trabajo, nadie más lo hará.
El sastrecillo sabía que era astuto; pero no hubiese tenido nunca la ocasión de demostrarlo si no hubiese tenido la brillante idea de grabar en su cinturón la leyenda “Siete de un golpe”.
Deja una respuesta